140 ciudades de 20 países europeos renuncian a la “competitividad” turística ¿Y Madrid?
140 ciudades de 20 países europeos renuncian a la “competitividad” turística ¿Y Madrid?
¿Se ha aprobado la Tasa Turística en Madrid? No todavía. El asunto debe pasar por el Pleno en 2026. Pero el debate ya está servido, y no podía surgir de otro lugar que del distrito Centro, el más golpeado por la avalancha turística. Queríamos que el envión naciera aquí, que los grupos municipales se retratasen con sus argumentos.
El PSOE votó a favor. Más Madrid, curiosamente, se abstuvo —aunque lo llevan en su programa— porque la propuesta se confundió en un inicio con la Tasa de Residuos. No pasa nada: el debate es más amplio. Hablamos del deterioro del espacio público, de la injusticia de un cálculo de “quien contamina paga” que excluye a los turistas. La carga fiscal, la pérdida de calidad de vida, el desgaste acelerado del patrimonio… todo eso lo sufrimos y lo pagamos los residentes.
Vox votó en contra, alegando que sería “injusta para el turista”. ¿Será que no viajan? Porque en la actualidad ya son 140 ciudades de 20 países de la UE /27 las que aplican la tasa sin que se desplome la afluencia. Todos pagamos la tasa allá donde vamos y no lloramos por ello. ¿Por qué el visitante de Madrid debe ser una excepción?
El PP también dijo “no”. Y aquí viene el argumento estrella: el miedo a perder “competitividad”. Como si el éxito del turismo madrileño dependiera de ser barato. ¿De verdad queremos que nuestra marca ciudad sea la del “low cost”? ¿Que la competitividad se mida en rebajas y no en calidad? Esa es la gran falacia: confundir precio con valor.
Mientras tanto, se destinan 95 millones de euros en ayudas al sector, bajadas del IBI y campañas para “adaptarse a las nuevas formas de consumo”. ¿De quién? ¿De los turistas, claro! Para eso sí hay dinero público: para sostener un monocultivo económico que nos hace dependientes y vulnerables.
Miremos a Barcelona: desde 2021 ha recaudado 315 millones de euros gracias a la Tasa Turística y su recargo municipal. Con esos recursos han ganado calles agradables, espacios verdes y calidad de vida. ¿Eso es perder competitividad? No, eso es ganar ciudad.
Madrid no necesita turismo de baratija. Necesita dignidad urbana, patrimonio cuidado y vecinos que no se sientan expulsados de su propio barrio, lo que permitiría una TT finalista. Esa “competitividad” es un clavo ardiente al que se aferran quienes confunden riqueza con volumen, y progreso con descuentos.
¿De verdad el futuro de Madrid es convertirse en el “Primark del turismo europeo”? Pues enhorabuena: ya tenemos colas, aglomeraciones y calles saturadas. Lo único que falta es poner un cartel en la Gran Vía que diga: “Liquidación por derribo: patrimonio incluido”.

Comentarios
Publicar un comentario